«Mi cuerpo es dolor, es resistencia y dice la verdad»

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El pasado 26 de junio, decenas de víctimas de violencia sexual entregaron sus testimonios de los hechos ocurridos en distintas regiones del país, en el marco del primer acto de reconocimiento de la Comisión de la Verdad, en Cartagena. 600 personas asistieron al mismo.

Por Paola Andrea Gómez P.

«Soy mujer negra. Ocurrió el 24 de marzo de 2004 en Buenaventura. Fueron los paramilitares. «Soy mujer trans negra, de los Montes de Maria. Durante siete años fui víctima de abuso sexual por parte de la fuerza pública y actores del conflicto armado» Soy Indígena. En 1997 fui violada por un enfermero de un puesto de salud. En 2014 fui violada por las Farc». Ocurrió en 2019. Soy mujer campesina del Putumayo. Fueron los militares» Soy ex combatiente, secuestrada y violada. Ocurrió el 8 de mayo en 1985, en Risaralda. Fueron las Farc» Soy mujer campesina. 13 de agosto 1990. Tambo Cauca. Fueron los del Octavo Frente de las Farc». Soy mujer negra, lesbiana, líder. Junio 6 de 2012. Fueron los paramilitares…»

Había que aguantar las lágrimas ante tanto dolor. Pero también habría que aplaudir una y decenas de veces tanto valor. Lo ocurrido en el Teatro Heredia de Cartagena fue más que un acto heroico, donde mujeres y personas lgbti contaron su verdad sobre las violencias sexuales que tuvieron que vivir en el conflicto armado. Fue también un acto de dignificación, de reconocimiento, para quienes llevan en su piel las huellas de una guerra
que por desgracia sigue viva en sus memorias, en su hoy.

´Mi cuerpo dice la verdad´ fue el nombre del evento que reunió a más de 600 personas de distintas regiones del país, así como a representantes internacionales, invitados por la Comisión de la Verdad, para escuchar 20 testimonios de cómo ocurrieron esas violaciones, secuestros, desplazamientos contra mujeres afro e indígenas, población lgbti. Y también para escuchar las voces de quienes han estudiado palmo a palmo una de las violaciones más complejas a los Derechos Humanos y a la vez de las menos denunciadas.

Este es un evento muy importante porque se tienen cerca los testimonios de quienes han padecido las violencias. A las  víctimas hay que ponerlas en el centro de los acuerdos de paz» embajador de Noruega 

«Hemos empezado estos actos de reconocimiento con la violencia más silenciada y la más invasiva, porque se violentó lo más protegido por un ser humano, con una descarga brutal. Y por las mujeres y las personas lgbti que lo vivieron es bueno interiorizar ¿qué voy a hacer para que nunca más se repita esta barbarie? «, se pregunta el Padre Francisco De Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.

Vinieron de sus territorios, como les gusta que los llamen, con sus historias a flor de labios, otras se las cedieron a invitados para que las leyeras y unas más lo hicieron por medio de audios claros que conmovieron a la audiencia.

El testimonio de Vera Grave, leído por una interlocutora, fue otro de los que llamó la atención de la audiencia, porque pocas veces la líder del M19 ha contado que fue víctima de abusos.

«Mi cuerpo es dolor y dice la verdad». «Mi cuerpo es miedo y dice la verdad» «Mi cuerpo es resistencia y dice la verdad»…

Durante el conflicto armado se contabilizaron 25.000 actos de violencia sexual ocurridos desde 1985. El comisionado Carlos Berinstain precisa que en los conflictos solo 1 de cada cinco actos de este tipo se denuncia «para que alcancemos a imaginar la amplitud de la tragedia. Por eso estas audiencias y encuentros por la verdad cobran tanta importancia. Sabemos que Colombia atraviesa una situación difícil. Esto es importante si para las víctimas tiene sentido. Es necesario que la sociedad sepa. Esto es lo que va a proteger la paz, a pesar de lo que está pasando».

Las historias continúan. «Eran las siete de mañana cuando fui secuestrada por dos tipos uniformados, que me llevaron a la fuerza y a donde me llevaron los esperaba otro. Me maltrataron, me rompieron la ropa y abusaron de mí. Siendo una niña de 12 años no les importó. Me quitaron lo más grande de mi vida: mi virginidad. Me tuvieron así por días me abandonaron en un potrero rota y sucia. Así estaba yo por dentro: rota y sucia…».Una preocupación ronda el ambiente. Y a ellas, a ellos, los que vuelven hoy a sus poblaciones a afrontar la realidad, ya sin aplausos y palmadas en los hombros. Temen por su vida, no quieren retroceder un paso, pero a cada paso se sienten amenazados. La historia reciente de María del Pilar  Hurtado, el video de su hijo llorando al verla asesinada, los cuestionamientos alrededor de su liderazgo (sus coterráneas dan fe de que sí lo era), les hacen sentir zozobra.

«Nos preguntamos qué vendrá. Con las víctimas de violencia, para que se reconozca el delito y la magnitud de lo ocurrido. Y con las líderes de derechos humanos, también estamos preocupadas. Aquí estamos protegidas,  pero al llegar al territorio es a otro precio. Tan álgidos y sensibles a la vez. La labor de ser defensor de derecho humano y líder social nos pone en riesgo constantemente. Ayuden a que nos protejan», clamó Sandra Castañeda, representante de víctimas de Tolima y también víctima de violencia sexual.

Romper el silencio. Romperlo a manera de coraza pero también de memoria. Porque al final esta labor que apenas delinea la Comisión de la Verdad es eso: «contarle al país cómo pasó lo que pasó, para que la sociedad se pregunte dónde estaba yo cuando todo eso ocurrió y que voy a hacer para que no vuelva a ocurrir».

Los problemas de salud mental, esos de los que poco se atienden, después de la guerra son otro fantasma. Lina Palacios habla del dolor físico y emocional. Su terapia es escribir para sanar, «porque el dolor nos carcome el alma y nos aislamos e intentamos morirnos. habría que crear una Clínica de la Mujer que atienda sicológica y corporalmente a las víctimas para poder terminar de sanar».

«La JEP no está afectada, no es cierto, esta trabajando. Seguimos convocando el estado en todas sus formas para que por el bien de Colombia juguemos todos en una paz posible»: Padre Francisco De Roux.

Al final del acto, con mándalas y cánticos y tambores, los miembros de la Comisión hablaron y reconocieron el valor de las sobrevivientes. La comisionada Angela Salazar lo definió como un parto de la verdad» y sin las voces de quienes vienen de las regiones no habría podido nacer esta verdad» Vendrán más encuentros y la labor desde las casas de la verdad  regionales, donde se recopilan los testimonios de quienes vivieron estas violencias. Esa es la apuesta de la Comisión.

«Estamos conmovidos por la profundidad del acto. Cuando la fuerza de las mujeres con golpes tremendos de la violencia más oculta y más invasora sale a relucir, lo que hay es una muestra de cuán grande es la fortaleza y la grandeza humana para no dejarse vencer» concluyó el padre De Roux.

Fotografía: Comisión de la Verdad.